La capilla de Santa Cruz, construida en el año 1907 y un Vía Crucis forman parte de este conjunto. Desde esta pequeña capilla sale un sendero que nos conduce hasta la cima del monte, donde se encuentra una gran piedra plana, en la que se aprecian varias señales con forma de herraduras. Cuenta la tradición que tales huellas son las dejadas por los cascos del caballo de un santo varón que en su huida de los sarracenos quiso lanzarse al precipicio antes que entregarse a sus enemigos, pero al llegar al borde el caballo salió volando hacia el cielo.

Desde una de sus cimas también se divisa el castillo de Sobroso, del cual también cuenta la tradición, estaba unido por medio de pasadizos que servían de lazo de unión para los amores entre la hija del señor de Sobroso y un joven hidalgo lugareño, que recibía la visita de la doncella, hasta que el padre de ésta los descubre y manda encarcelar la joven.

Verdad o mentira, La Picaraña con sus 383 metros de altitud sobre el nivel del mar, constituye un magnífico mirador natural sobre las tierras de la comarca, en cuyas laderas no debemos dejar de visitar las denominadas Pena dos Enamorados y Pena do Equilibrio, dos grandes bolos graníticos que sorprenden por su tamaño y formas caprichosas, dando al paisaje un carácter casi mágico. Como mágicas también parecen las leyendas y tradiciones que la cultura popular atribuyen a estas piedras. Así se dice acerca de la Pena dos Enamorados que las mujeres “casaderas” han de lanzar tres piedras sobre esta gran roca y si quedan en su cima es que el matrimonio está ya próximo.